Susurrándole al oído que no se vaya todavía, que la noche es joven y ellos también, que necesita pasar más segundos a su lado.
La imagina a su alrededor, abrazándole como sólo ella sabe hacerlo, de esa manera en la que hace que se olvide de lo que estaba diciendo para acabar rindiéndose a su cuerpo ansioso por un momento que compense todas las horas tan lejos.
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